Vuelven los caballos a inquietar el silencio,
conscientes de evaluar su destino.
La cadencia de su caminar
censa el signo de su origen.
Al paso transcurren las notas
que más valor esconden,pero que a la vez menos se aprecian.
Aquéllas que siempre socorren,
las que permanecen hasta el ocaso.
Al trote vuelan las hojas
que siempre hemos deseado coger,las que inquietan la carrera,
las que alegran y las que desasosiegan,
las que dejan el poso alegre o amargo.
Al galope, las marcas que es mejor olvidar,
presentes con ruido y con dolor,a las que hay que tratar como sueños,
de cuyo recuerdo hay que deshacerse
en el silencio de la noche.
Al principio, una salida alocada,
casi sin mirar atrás.En el medio, el deseo
de seguir adelante sin saber por qué.
En el fondo una sensación
de carrera sin salida ni meta.
Pero siempre está consciente
el inicio de una nueva etapa.Y sobre todo, presente en el camino,
la fortuna de tener a alguien
con quien compartir la ruta.
Porque con la Compañía diaria
los caballos y la carreradejan de ser protagonistas.
La salida se hace dulce,
y la meta poco inquietante.
El camino se hace así más suave.
Con ella, las notas de los acontecimientos
que vienen el paso,se convierten en la melodía de cada día
y en la almohada de cada noche.
Con ella, las hojas que levanta el trote
quedan en el recuerdo
como luces permanentes
de colores familiares.
Con ella, las marcas del galope
se asumen con serenidad,se evalúan en la noche,
y se tratan de borrar con paciencia.
El valor de lo andado
adquiere su máximo esplendorcuando en el largo camino
miras a tu lado,
y sientes que tu Compañera,
después de trotes y galopes,
a pesar de huellas y marcas,
y obviando partos y llantos,
conserva aún la frescura de la virginidad.
TXOMIN