20 abr 2011

Oda a la Trufa ...Jubilada

  (DEDICADA A RAFISA)


En principio no es más que una idea,
manifestación etérea de un dulce deseo.
Sugerente su imagen se pasea
por nuestra imaginación de morfeo.

Cuando se inicia el proceso
nada hay que prediga su forma.
Se asocian los ingredientes a peso
en la mezcla que se bulle en la horma.

Primero el chocolate aparece,
que se derrite con aceleración,
cuando el baño maría padece
y se licúa en su color marrón.

La mantequilla acompaña el proceso,
y con presteza su apariencia desaparece,
para con el azúcar gestar un todo espeso
que a la masa endulza y ennoblece.

Finalmente, se casa la blanca nata
ligada sutilmente en la misma artesa,
sellando lo que en la receta relata
para alcanzar lo que su contenido expresa.

Éste es en la trufa su laborioso nacimiento,
con esperanza de duradera supervivencia,
sin anhelar servir de alimento
a quienes la miran con complacencia.

Espera una vida larga y tranquila,
disfrutar del tiempo con intensidad,
olvidando el trabajo que su gestación destila,
y sin fijar fecha de caducidad.

Aunque se endurezca su corteza
y se disipe parte de su dulzura,
desea vivir con certeza
una jubilación larga y segura.

Pero la vida es muy agorera,
y rápido el presente calcina,
ya que cuando menos lo espera
en la boca de un goloso termina.

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